La occidentalización de Oriente
Millones de pekineses, se levantan por la mañana con el sonido de las taladradoras de las obras en construcción que están en este momento, se dice que hay una escasez de grúas, debido al ritmo frenético de las obras y mas teniendo en cuanta que Pekín será sede para el 2008 de los juegos Olímpicos.
Esto obliga a repensar la ciudad, ver más allá del presente y ponerse frente al futuro, por lo menos en cuanto a la morfología de la ciudad.
El entramado de calles angostas que albergan “casitas” bajas llamados hutongs, tienen sus días contados, al menos en estado libre y no siendo parte de alguna ordenanza de preservación que la resguarde de los rascacielos de oficinas y bloques de departamentos que se erigen.
«Sin destruir no se puede construir», rezaba uno de los lemas favoritos de Mao, por ende las autoridades Chinas no dudaron de las palabras del eterno líder y se han puesto manos a la obra.
El perfil y la morfología de Pekín hoy esta en manos de arquitectos occidentales, un prototipo de ciudad en escala esta instalada en el Museo de la Planificación de Pekín, que reproduce el perfil de la ciudad proyectado para 2008, se pueden reconocer fácilmente la plaza de Tiananmenn y
El nuevo Teatro Nacional diseñado por el arquitecto francés Paul Andreu. El edificio, aún inacabado, se conoce entre los pekineses como «el alien huevo». Para cubrir los tres auditorios del complejo, Andreu proyectó una inmensa cúpula de cristal y titanio sobre un lago artificial, de manera que el edificio parece estar flotando sobre el agua. El proyecto ha sido acusado de romper el equilibrio del conjunto de Tiananmenn, que está justo detrás. El coste de la obra, 300 millones de dólares, según estima el arquitecto francés, no fue un impedimento. Las autoridades están dispuestas a invertir en grandes proyectos para mejorar la imagen externa de la ciudad, aunque sea a golpe de talonario. Escribió Andrea Rodés.
Una de las conclusiones del Forum 2004, en la mesa de Oriente-Occidente, fue que es posible una globalización en la cual los países asiáticos puedan modernizarse sin tener que occidentalizarse, es decir, manteniendo los rasgos culturales propios en el marco de un mundo cada vez más multicultural.
“Los chinos no quieren saber nada de su pasado” dice el arquitecto de origen chino I. M. Pei, «ya es demasiado tarde para lamentarse».
La modernización se presenta como rascacielos, centros comerciales y pisos equipados con amenities. «Vivir en un octavo piso en Pekín no es nada», comenta Angela Wong, una canadiense nacida en Hong Kong que vino a vivir a Pekín con su novio hace dos años. El bloque donde habita tiene 26 plantas, y en cada una de ellas hay doce apartamentos idénticos. Desde que llegó a Pekín, la ciudad no ha parado de cambiar.
los millones de campesinos que migran a las ciudades en busca de trabajo, se los reconoce porque están bronceados a fuerza de diez o doce horas de trabajo a cielo abierto -los chinos urbanos evitan quemarse para poder diferenciarse de los campesinos, a los que generalmente desprecian-. No por nada una frase que muchos intelectuales repiten sigue definiendo a la China de hoy: ban feng jian ("mitad feudalista"), ban zi ben zhu yi ("mitad capitalista"). El comunismo quedó en el limbo. Y en el sector melancólico del PC, que en el Congreso le da trabajo al premier Wen Jiabao.
Según
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Forum 2004
La Nación
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